El dolor es un compañero cruel que matiza todo, hace que sea difícil sentir otra cosa que la búsqueda del alivio.
Cuando es constante hace que todo este entorno a él o a cómo paliar sus efectos. Detenerse en el dolor hace que sea el centro de la vida, paraliza, te atrapa, alejándote de todo.Detenerse en el dolor.
Lo que el dolor físico o psíquico afecta a la calidad de vida de una persona es difícil de entender para otros si no lo sufre o está cerca de quien lo padece. Obstaculiza la vida mermando las fuerzas, la oscurece, todo pasa a segundo plano y solo se busca como dejar de sentirlo.
Pero también, detenerse en el dolor puede hacer que aprendas a convivir con él. Se convierte en un elemento cotidiano, que está presente pero no es la causa de tu parálisis. Aceptar el dolor, tiene ventajas: dejas de identificarte con él y pasa a ser un síntoma de algo, no el problema real; la búsqueda de la causa del sufrimiento pasa a ser lo importante.
Detenerse en el dolor, puede acrecentarlo. Pero también sirve para aprender a vivir con él, aceptarlo si no tiene fin o a reconocerlo cuando vuelve.